¿Qué dirá el papa Francisco a los políticos en Brasil?
Por: Juan Arias
15 de junio de 2013 .
Dentro de poco más de un mes, el papa Francisco llegará a Brasil. Será su primer viaje internacional. Todo está ya preparado para recibirle con la máxima seguridad.
El primer papa de las Américas empieza sus aventuras por el mundo en el continente desde el que llegó a Roma.
Aún no ha puesto pie aquí y ya existe curiosidad y temor por lo que el papa Francisco podrá decir a los políticos no sólo de Brasil sino de toda América Latina.
Llega después de polémicas elecciones en Venezuela y Paraguay. En Brasil habrá presidenciales el año próximo y Argentina, la patria de Bergoglio, donde habrá elecciones en 2015, también está en ebullición.
De lo que ocurre en Paraguay puede informarle el valiente colega suyo jesuita sevillano, padre Francisco de Paula Oliva que sufrió en su carne, en Paraguay, la dureza de la dictadura, y que a sus 86 años sigue en la brecha luchando contra la injusticia social y los atropellos de los políticos sin excrúpulos, como ha contado ne este diario mi compañero, Paco Peregil.
En el libro de conversaciones entre el entonces cardenal arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio y el rabino Skorka, Entre el Cielo y la tierra, los dos ironizan sobre los políticos que critican el que la Iglesia no se meta en la política, pero, durante las elecciones, “vienen a pedirnos su bendición”.
Acabadas aquí prácticamente las dictaduras militares que un día asolaban a este continente, ahora, ya en tiempos de democracias, late aún en algunos países el peligro del populismo, que según los analistas políticos deberán un día desaparecer para que se reafirme en todo el continente una democracia sólida y madura.
Deberán acabar los padres y madres de la Patria, los caudillos y salvadores, para dar paso a los políticos que ya no necesiten hacer de la defensa de los pobres su trampolín del poder y gestionen democracias modernas al servicio de toda la comunidad.
En este contexto es normal que el primer papa latinoamericano sea esperado con una cierta curiosidad en Brasil, desde donde hablará también a los políticos de todo el continente.
Hay quién tiene la esperanza de que Francisco, que ha puesto su pontificado a la defensa de los más pobres, pueda apoyar a los políticos de los regímenes populistas, bajo la excusa de que se interesan sobretodo por los más abandonados, aquellos a los que los regímenes conservadores de antaño dejaban relegados a su miseria.
En Argentina ya hemos visto carteles saludando a Francisco como “el papa peronista”. ?Dirán, cuando vaya a Venezuela que es también chavista? ?Será dilmista o lulista en Brasil?
Otros, al revés, después de las experiencias no siempre positivas de las relaciones de Bergoglio en Argentina con sus políticos, piensan que difícilmente se dejará condicionar y que sabrá distinguir donde existe verdadera preocupación por la justicia social y donde se usa a los pobres como moneda de cambio electoral.
Quién desee entender lo que el papa Francisco piensa de la política y de los políticos deberá leer el capítulo titulado Política y poder del libro antes citado.
Francisco no es el papa que pida desinteresarse de la política. Al revés, en sus conversaciones con el rabino, queda clara su idea de que el hombre es esencialmente político. “Todos somos animales políticos”, dice, aunque añade, que hay que serlo en el “sentido mayúsculo de la política” y no en la politiquería.
Según Francisco “todos estamos llamados a una acción política de la construcción de nuestro pueblo”.
¿Y la Iglesia? Según el papa, debe también ella estar presente en la política, aunque evitando el “clericalismo”, que consiste según él, en querer imponerse, lo que supone una “postura viciada de la religión”.
Para él la Iglesia debe interesarse sobretodo de la “política de los valores” que debe proclamar sin miedo, y no de la “política partidista”.
Defiende una “sana autonomía” entre la política y la Iglesia, que sería una “sana laicidad donde se respetan las distintas competencias”.
Bergoglio defiende que la política es la “forma más elevada de la caridad social”.
Es posible que el papa en Brasil reconozca los esfuerzos que se han hecho estos años aquí y en muchos otros países del continente, para sacar a millones de ciudadanos de la miseria así como la voluntad de muchos políticos en invertir en programas sociales a favor de los más desheredados.
Es posible y justo que reconozca los avances en el crecimiento económico y en la consolidación de la democracia dejando atrás los viejos fantasmas autoritarios. Y hoy Brasil es una de las grandes democracias del mundo.
Al mismo tiempo como animal político, Francisco, como latinoamericano, conoce también muy bien lo que aún le falta a estos países para poder llamarse desarrollados económicamente y no dejará de hablar de aquellas “Venas abiertas”, de Eduardo Galiano, que siguen aún sangrando en muchos aspectos. Como, por ejemplo, la aún escandalosa distancia entre pobres y ricos, o la violencia que sigue golpeando a la región y a los más pobres. Y la aún precaria educación pública.
Aquí en Brasil los que mueren de "bala perdida" difícilmente son los ricos. Son los pobres sin coche blindado, que atraviesan las calles a pie en busca de un autobús. Una política educacional que sigue discriminando a los más pobres que se forman en las escuelas públicas, las últimas en los rankings mundiales.
Sin olvidarse de la impunidad de los políticos y poderosos ante la justicia, donde acaban condenados siempre los más pobres que acaban hacinando las cárceles, convertidas muchas veces en escuelas de crimen y violencia. O de las heridas infligidas a la libertad de expresión y de los muchos periodistas asesinados por no querer arrodillarse ante el poder.
Francisco, como latinoamericano, conoce muy bien cómo esos pobres que él privilegia en la Iglesia, se convierten muchas veces, en manos de los políticos, en un comodín para perpetuar su poder, mientras no consiguen, por ejemplo, tasar las grandes fortunas, ni hacer que los ricos paguen más impuestos que los pobres.
Sabe muy bien el papa que habla de política con mayúscula, como en este continente, la política es el sueño de muchos que desean enriquecerse rápidamente. Una política con minúscula. Siempre, en nombre de los desheredados.
En política, criticaba el papa antes de ser Francisco, “acaba teniendo más importancia la imagen que lo que se propone”, es decir, las promesas más que las realizaciones. Y añade : “En política hemos endiosado las estadísticas y el marketing”.
¿Repetirá estas cosas, ya como papa, aquí en Brasil y después en el resto de América Latina?
Esa es la esperanza de unos y el miedo de otros.
Sobre el autor
Juan Arias es periodista y escritor traducido en diez idiomas. Fue corresponsal de EL PAIS 18 años en Italia y en el Vaticano, director de BABELIA y Ombudsman del diario. Recibió en Italia el premio a la Cultura del Gobierno. En España fue condecorado con la Cruz al Mérito Civil por el rey Juan Carlos por el conjunto de su obra. Desde hace 12 años informa desde Brasil para este diario donde colabora tambien en la sección de Opinión.
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